jueves, 17 de septiembre de 2009

**Roma**

La arena fría se unde en mis rodillas,
del craneo destrozado brota feroz mi sangre,
la lucha termina para mi.

La enorme figura esconde el sol en sus hombros,
la multitud grita, aclaman ; el acero me besa.
Labios de muerte, dulce, serena, no más dolor..

Quedan atrás las fieras desgarrando mi costado.
Solo unos ojos entre la muchedumbre siniestra.
Plácida, deleitándose en mi batalla, en mi caída.

Nunca vi su pulgar, ni tampoco hizo falta,
pues nunca estuvieron sus manos en mis heridas.

La dama de negro me recoge en sus brazos,
me acomoda en la primera fila y entonces…

Rotos son sus vestidos, solo arapos la cobijan,
victima de las fieras, luchando sola por su vida,
poseída por huestes, atormentada, no más sonrisas,
no más brillo en los ojos, solo un rostro frío, pálido, azulado.

La figura se voltea, me hace un gesto y sin pensarlo
ofrezco mi pulgar al cielo,
no tan deprisa, un poco más,
la muerte es sólo para quien la merece.


José Ángel
Derechos Reservados

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons


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